Según Jean Mariette, Canaletto, después de haber renunciado al teatro, se dedicó exclusivamente a la pintura de vistas, «sirviéndose de la cámara oscura de la cual había conseguido corregir las imperfecciones». De su originaria vocación teatral Canaletto debe haber llevado a su pintura el deseo de sorprender, que es una de las peculiaridades mágicas del espectáculo, llegando a construir sus vistas como mitos iconológicos, a través del desplazamiento de las perspectivas, al punto de inventar — con la corrección de la cámara oscura — una evidencia que no es paisaje sino luz intelectual. Y para conseguirlo, Canaletto se entrega a juegos escénicos, a perspectivas forzadas, a falsificaciones de la realidad objetiva, esta última una peculiaridad propia de la cámara oscura. Ruth Bromberg llegó a escribir de las vistas panorámicas de Canaletto que inducen al espectador a entrar en la escena. En resumen, en un curioso desplazamiento, la cámara óptica, que había representado para el artista veneciano una ayuda válida en la búsqueda de espacios cada vez más vastos y reales, reaparece para sugerir el espectáculo de una realidad ilusoria. No es por tanto un descubrimiento encontrar en el sobrino, Benardo Bellotto, que estuvo en el taller de Canaletto, el mismo instinto característico, aunque el alumno haga de la luz intelectual la única razón de sus vistas. La luz de Bellotto perfila, define los edificios, los monumentos, tal como había hecho su tío, pero en Bellotto se ve la luz tal cual es, sin recurrir a desfases de perspectiva, a sombras engañosas, a la búsqueda de la escenografía para obtener un efecto ilusorio y desconcertante. Aunque los dos pintores, por el uso que hicieron, comparten la cámara oscura, sus resultados divergen: Canaletto, tal vez, se vio atrapado por el aura del medio inventando y corrigiendo sus efectos. Usando un término técnico relacionado con la fotografía se podría decir que Canaletto hacía fotomontajes. Bellotto, en cambio, usaba la cámara oscura como una auténtica cámara fotográfica. Las pinturas de Canaletto están envueltas en un efecto mental, las de Bellotto muestran un tiempo cronológico que da significado a las vistas.
— Giuseppe Marcenaro, Fotografia come letteratura, Bruno Mondadori, 2004.
N. del T.: Este texto ha sido traducido a la buena de dios, por alguien que confiesa su escaso dominio del italiano. Cualquier parecido con el sentido del texto original será, probablemente, obra de la casualidad. Sin embargo, hay un desplazamiento que no se debe al azar: Giuseppe Marcenaro padece un amor irrefrenable e indiscriminado por las comillas «enfatizantes», y el traductor se ha visto en la obligación, debido a su también irrefrenable e indiscriminado odio hacia dicho uso, a «corregir las imperfecciones». Para una mayor fidelidad con el texto original, se ruega al lector que así lo desee, que imagine dispersos por el texto no menos de ocho pares de comillas adicionales allá donde le parezca conveniente.