Espejos con memoria

Bill Jay, La venganza del crítico

(La venganza del crítico)

Un libro es un espejo;
si un asno mira en él, no aparece la imagen de un apóstol.

Estas son sabias palabras de G. C. Lichtenberg.  Y todos conocemos las connotaciones fotográficas de la palabra ‘espejo’, desde la descripción del daguerrotipo que hizo Oliver Wendel Holmes como «un espejo con memoria» hasta la categorización de las fotografías en espejos y ventanas de John Szarkowski.  Por tanto, es natural sustituir la palabra ‘libro’ por la palabra ‘fotografía’ en la cita y entender, al instante, por qué hay tal escasez de buena escritura crítica sobre fotografía.

Voy a detenerme un momento mientras la indignación causada por mi insulto a los fotógrafos remite…

Déjenme aclarar, y dulcificar, estos comentarios. Un hecho insoslayable, me parece a mí, es que la fotografía no tiende a atraer a aquellos con las mentes más brillantes, y la crítica es principalmente una actividad mental. Los fotógrafos necesitan, y a veces están dotados de, muchas otras cualidades igualmente meritorias.  La naturaleza exacta de las mismas cambia con el tipo de fotografía que se practica.  La agudeza visual, la iniciativa, el oficio, la sensibilidad humana y otras características similares serían necesarias en una proporción inusualmente alta. No estoy haciendo juicios de valor; la capacidad de realizar gimnasia mental es un deporte sobrevalorado.

Si abandonamos, por el momento, nuestra inclinación natural a defender la fotografía de cualquier aparente desaire a su reputación, creo que tendríamos que reconocer que la mayoría de los fotógrafos no son pesos pesados mentalmente — y no debemos esperar que actúen como si lo fueran.  Me gustan los fotógrafos, y por eso disfruto enseñando a los jóvenes que aspiran a entrar en el medio, pero sería deshonesto pretender que los estudiantes de fotografía representan la élite intelectual del cuerpo de estudiantes.

Si sirve de consuelo a aquellos lectores que todavía les quema el resentimiento hacia estas palabras, contestaré la pregunta: ¿creo que soy diferente, alguien especial, que se cree superior a un fotógrafo / escritor corriente?  No, no lo creo.  Soy perfectamente consciente de que acabé en la fotografía porque fracasé en mi primera, y muy académica, carrera.  Mi ‘hogar’ espiritual estaba en la fotografía y he estado siempre agradecido por ello.

El resultado es que la fotografía carece de críticos brillantes porque las dos disciplinas requieren temperamentos y capacidades completamente diferentes.

Una conclusión relacionada sería igualmente insultante, pero no veo la forma de evitar una afirmación directa y provocadora.  La fotografía no es una actividad intelectual y por tanto no puede soportar el peso del escrutinio intelectual que le echan encima los académicos.

La fotografía, en el fondo, hace una cosa excelentemente: nos muestra el aspecto que algo tenía bajo unas condiciones dadas. Y eso no es muy profundo. Tan pronto como nuestra charla sobre fotografía se aleja de este hecho central ya no parece que tenga ninguna conexión con la fotografía, sino con el deambular personal del crítico por el laberinto de su propia psique — y eso es tan interesante y relevante como escuchar los sueños de un extraño.

Éstas son, por tanto, mis conclusiones personales sobre la escasez de críticos brillantes de fotografía: primero, las mentes brillantes no abundan en el medio, y, segundo, incluso si les atrajera el medio, no habría mucho que pudieran decir que fuera muy relevante. Estoy muy a gusto con esta conclusión; estoy muy enojado con los críticos que pretenden profundidad soltando un tipo irrelevante e incomprensible de jerga pseudo-intelectual.

[…]

— Bill Jay, El estado crítico de la fotografía: por qué tan pocos escritores sobre fotografía merecen la pena ser leídos
En Bill Jay, Occam’s Razor: An Outside-In View of Contemporary Photography, Nazraeli Press, 2000

3 comentarios en “Espejos con memoria”

  1. «La fotografía, en el fondo, hace una cosa excelentemente: nos muestra el aspecto que algo tenía bajo unas condiciones dadas. Y eso no es muy profundo. »
    Eso me suena a una forma de hacer fotografía que produce una superficie de imagen sin importarle lo que eso pueda despertar en el lector. Una superficie sin más capas que la que ves, que cuando rascas no hay más, en la que no se pueda profundizar. Es decir un productor de imágenes determinado.
    Yo sí creo que hay un pensamiento fotográfico que está muy alejado del pensamiento textual o verbal, ese tipo de pensamiento que Velázquez reclamaba para su pintura, que le distinguía como intelectual. Puede que sea cuestión de lenguaje y que no se pueda llamar pensamiento, sino tan sólo lógica… bueno, vale. Una lógica interna que tiene menos que ver con las estructuras del pensamiento lineal, el que produce textos. Una lógica que es más emocional.
    Aún así contando con la individualidad de una foto como obra autónoma y superficial, poder indagar en la psique del otro que lee esa foto y acabar encontrando un reflejo de la mía, me puede llegar a parecer tan interesante como mirar directamente la superficie creada por la mirada del otro. Igual eso hace reconocerme tan superficial e individual, eso me iguala al productor de fotos y al lector/crítico de fotos, como lector de fotos o como lector de críticas.

    • Me he perdido.
      Estoy leyendo «Poética del espacio» de Bachelard, recomendado por Gonzalo, y habla de la transubjetividad de la imagen, la capacidad de algunas imágenes de transferir cierta psique, o ciertas emociones, o cierto nosequé, que nos puede inspirar, emocionar, o voltear la cabeza, en definitiva, conectar con aquello que quien generó esa imagen proyectó en la misma, consciente o inconscientemente.

      Si ya es difícil de explicar algo así, imagina escribir de manera crítica sobre ello.

      Pero a mí me está sirviendo para ordenar ideas.

  2. Éste es el comienzo del artículo de Bill Jay, que le gusta ser un poco tremendista. La continuación es más constructiva, hablando de las funciones del crítico y de las necesidades y los obstáculos de la crítica fotográfica.

    Bill Jay no niega la existencia del pensamiento fotográfico, aunque al estar alejado del pensamiento verbal, como dices, resulta complicado hacer discursos críticos coherentes de corte académico.

    Wittgenstein decía que de lo que no se puede hablar es mejor callarse, o, como se suele decir ahora, hablar de música es como bailar sobre arquitectura.

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