Febrero de 1878
… Usted me pregunta si he conocido también el amor no-platónico. Si se cambiase un poco la pregunta formulándola de esta manera: ¿si he vivido la dicha del amor pleno?, entonces contesto: ¡No, no no! Creo por otra parte que también mi música contiene la respuesta a esta pregunta. Si usted en cambio,, me preguntara si conozco todo el poder, la infinita fuerza del amor, entonces respondería: ¡Sí, sí, sí! Y repito que he tratado cariñosamente de expresar a través de la música, el martirio y al mismo tiempo las delicias del amor. Si lo he logrado, no lo sé: que lo juzguen los demás. No estoy de acuerdo con usted en que la música no sepa describir todas las virtudes del amor. Al contrario: sólo la música puede hacerlo. Usted dice que para eso harían falta las palabras. ¡Oh, no! Precisamente aquí las palabras son impotentes, y donde ellas fracasan se levanta con todo su poderío un lenguaje más expresivo: la música. Ya el verso, al cual echan mano los poetas para expresar sentimientos amorosos, es una usurpación de terrenos que pertenecen exclusivamente a la música. Palabras fundidas en poemas dejan de ser palabras; se van convirtiendo en música… La mejor prueba es que en esta clase de poesías las palabras como tales — y no como valores musicales– carecen de sentido. Sin embargo, no sólo tienen sentido sino que contienen profundos pensamientos; pero éstos se hallan musicalmente expresados, no literariamente. Me hace feliz que usted estime de tal manera a la música instrumental. Y muy exacta es su observación de que las palabras corrompen a veces la música, la bajan desde su altura inalcanzable. Siempre lo he sentido así y quizá por esto me resultan mejor las obras instrumentales que las vocales.
En cordial amor,
Peter Chaikovski