Puesta de sol, no vengas pronto

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Shuji Terayama, Terayama, MATCH and Company Co. Ltd., Tokio, Japón, 2015

[N. del T.: Lo que sigue es una traducción así de aquella manera de una de las historias escritas por Shuji Terayama incluidas en el libro. Dado que he traducido del inglés una historia originalmente en japonés, cualquier parecido con la realidad…]

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

El caballo que murió corriendo

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Hay muchos caballos que han muerto corriendo una carrera, pero me gustaría empezar con el ejemplo de Keyston.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Keyston era un caballo pequeño. Desde su debut simplemente corría y corría todo lo que podía hasta que finalmente a la edad de seis años estaba compitiendo por la Copa Hanshin. Estaba girando la cuarta curva a toda velocidad cuando se desmoronó sobre el suelo de golpe.

Publiqué unos breves recuerdos de Keyston en un periódico deportivo. Esto es lo que escribí.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

«A mi amigo Lee que trabaja como camarero le gusta la frase «¡Puesta de sol, ven pronto!». La escribió en grandes letras con un rotulador y la pegó en la pared de su habitación en la pensión. Cuando le pregunté qué quería decir no me contestó.

Cuando Lee vivía en Corea, su tierra natal, era pobre, trabajaba las calles como carterista y finalmente acabó en un reformatorio. Para un hombre cuya juventud desde ese momento giró alrededor del «escapar» esta frase parecía acarrear un sentimiento especial de tristeza y resentimiento.

«Yo era un enclenque, así que lo único que hacía era huir», dijo Lee. «Mis colegas más duros que yo todavía siguen allí luchando contra el fascismo».

Fui yo el que le enseñó las carreras de caballos. Él buscaba las cualidades de los caballos en los periódicos y seguía los que describían como propensos a escaparse. Ganó dinero en las pistas cortas y rectas de regiones como Fukushima y Hakodate, pero la historia cambió en las carreras más largas de Fuchu.

Fue por esa época que se encontró con Keyston. Había algo fatídico en ese pequeño caballo desenfrenado color avallana. Él había tenido el mismo sentimiento indescriptiblemente trágico cuando era un ladronzuelo huyendo desesperadamente por las calles del lado equivocado de la ciudad.

En su debut en el hipódromo de Minato-machi en Hakodate, Keyston arrancó directo a la victoria a pesar de la dureza debida al barro y la lluvia. En su siguiente carrera en Saporo fue primero toda la carrera, y después en dos carreras en Kioto. Cuando llegó a Tokio corrió a toda pastilla y ganó la clásica de Yayoi desde la cabeza. Aunque ganó sus primeras seis carreras, sus grandes ojos claros eran tímidos, como si estuviera asustado por algo.

Por esa época Lee empezó a apostar en las carreras en que participaba Keyston y aumentó un poco sus ahorros. Al final, sin embargo, llegó el día en que se acabó su buena racha. Apareció un caballo llamado Daikota que era un perseguidor superlativo. En la cuarta curva de la clásica de Spring adelantó a Keyston que, como siempre, intentaba ganar desde la cabeza. Después, en la Copa Satsuki el intento de Keyston de escaparse terminó en fracaso con una decimocuarta plaza miserable.

Los aficionados empezaron a murmurar. «Ahora se ve de qué está hecho».

Una única oportunidad a través del estrecho

Cuando llegó el día del derbi la estrella de Keyston se había apagado y Daikota acaparaba toda la atención. Esa mañana caía una lluvia torrencial. Me despertaron unos golpes violentos en la puerta y encontré a Lee allí de pie con su gabardina. Dijo que le perseguía la policía.

«¿Qué has hecho?» Le pregunté, pero no contestó. Dijo que pronto iba a pasar clandestinamente de vuelta a su tierra a través del estrecho. «Pero hoy me gustaría que apostaras todo el dinero que me queda a una victoria de Keyston en el derbi.»

Pensé que era una idea ridícula, pero Lee estaba tan nervioso que no me pareció apropiado discutir con él. Dije simplemente «vale», cogí el dinero y Lee desapareció bajo la lluvia. En el derbi Keyston sacó todo lo que llevaba dentro y salió lanzado barriendo la oposición del gran favorito, Daikota, y ganó la carrera. Imaginé la doble escena de la huida de Lee al exilio político y el esprint desesperado de Keyston hacia la victoria.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

En el instante de encender una cerilla

La niebla se espesa en el mar

¿Acaso hay una patria

Por la que merezca la pena tirar la vida?

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Después de eso Keyston volvió a encadenar victorias de nuevo. Y mientras Keyston corría y ganaba no temía por la seguridad de Lee que había logrado zafarse de las garras de la policía. Llegué a pensar que en las carreras de Keyston estaba el destino de Lee.

17 de diciembre de 1967. Cuando Keyston cayó de cabeza mientras daba vuelta a la cuarta curva de la carrera de 3.100 metros del hipódromo Hanshin pensé inmediatamente en Lee. Y desde algún lugar al otro lado del estrecho de Corea bajo un cielo lejano, me pareció oír el estruendo de un disparo.

Keyston murió en el lugar en que cayó. En cuanto a mi amigo Lee, no he tenido noticias desde entonces.»

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Una verdadera historia de exilio

Unos días después de aparecer impresa esta historia recibí una carta de una mujer desconocida. Estaba escrita con una letra hermosa.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Empezaba así. «Estaría muy agradecida si pudiera perdonar mi descortesía al dirigirle esta carta tan repentinamente». Según la carta la mujer era la encargada de honorarios (los propietarios le habían confiado el pago de premios y sueldos a entrenadores y jokeys) en cierto hipódromo local.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Su carta me impresionó inmediatamente.

 

«Donde quiera que vaya y quien quiera que conozca, nunca me he encontrado con nadie que me recordara a mi hermano fallecido. Sin embargo, por alguna razón, cuando veo un caballo que sale lanzado se me encoje el corazón y los recuerdos vuelven en avalancha.»

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

 

Volví la página rápidamente.

«Estos hechos ocurrieron hace ya mucho tiempo. Antes de la guerra mi hermano mayor estudiaba economía en la Universidad de Keio. Como yo era la pequeña y había una diferencia de quince años entre nosotros no conozco los detalles, pero parece que era marxista. Poco después de la graduación fue perseguido por la policía y escapó a Manchuria, tras lo cuál no recibimos más noticias. Mi padre murió de preocupación por él y mi madre, tres hermanas y yo vivimos discretamente mientras los que nos rodeaban nos miraban con desaprobación.

Sin embargo, mi hermano volvió a aparecer de repente y lo escondimos en el ático. Cuando era pequeña mi función era subirme en los hombros de mi hermana y llevarle su comida. En la oscuridad mi hermano acariciaba suavemente mi cabeza con sus manos grandes.

Estaba jugando un día en la calle cuando un hombre de mediana edad y aspecto amable se acercó a mí y me dijo que era amigo de mi hermano. Me dio un poco de pastel y empezó a hablar de mi hermano. Mientras jugábamos juntos a la rayuela, en un descuido, dije algo sobre mi hermano en el ático.

Aquella noche me despertó un ruido y vi a mi hermano, descalzo, con sus manos atadas a la espalda, arrastrado hacia la calle. Lo que es más, uno de los hombres que sujetaba los brazos de mi hermano era el hombre de mediana edad que había estado jugando de día conmigo.

Dándome cuenta de que un amigo nunca actuaría de esa forma grité «¡Mentiroso!» (Al parecer siendo mayor gritaba esa palabra en medio de las pesadillas o cuando tenía fiebre.)

El hombre de mediana edad se volvió al oír mi voz. Por un momento aflojó el agarre y mi hermano escapó corriendo. Yo también salí corriendo en mitad de la lluvia y cogiendo una piedra se la tiré al hombre de mediana edad. En toda mi vida nunca he odiado tanto a nadie como lo hice entonces.

Pero pronto capturaron a mi hermano. Al parecer fue torturado y le pusieron inyecciones. Cuando volvió era un despojo humano. No podía andar bien y se golpeaba la cabeza contra la pared varias veces al día. Mi hermana me dijo que le habían permitido volver a casa porque se había retractado bajo juramento y ahora se odiaba a sí mismo. Estaba muy apenada por lo que había hecho y mi corazón de niña sufría.

Poco tiempo después mi hermano murió. Tenía veinticinco años.»

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Adios, puesta de sol

Esta carta me conmovió intensamente. Nadie podría haber adivinado que un artículo sobre Keyston el caballo desenfrenado podría sonsacar los fragmentos de una experiencia tan devastadora. Para describir la tragedia de alguien que intenta escapar y fracasa a veces tienes que involucrar la historia de todo un país.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

La carta continuaba.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

«Justo después de la guerra encontré al hombre que odiaba. Ocurrió cuando seguía a mi hermana subiendo al monte Daisen para celebrar en el santuario el regreso sano y salvo de su novio. Mi hermana y su novio se habían adelantado y me había quedado bastante atrás. De repente me encontré a un hombre orinando al borde del barranco. Por el perfil de su cara supe que era el hombre de mi niñez que no podría olvidar. Sin que se diera cuenta de lo que hacía le empujé por la espalda y se tambaleó hacia delante. Fue un instante de locura.

El hombre se giró rápidamente alejándose de mí y quedé suspendida intentando agarrar el aire. Justo cuando estaba a punto de caer por el barranco me cogió con un brazo y se agarró con el otro a la rama de un árbol. Creo que me reconoció. Sin decir una palabra bajó aprisa la montaña.

Avergonzada de que el hombre que había odiado todo este tiempo me hubiera salvado la vida empecé a llorar. Poco tiempo después mi hermana bajó para buscarme, pero no le dije nada de por qué estaba llorando. Todo había ocurrido en un instante de pesadilla.

Desde entonces han pasado treinta largos años, pero no hay fecha de caducidad para expiar la culpa que siento por mi hermano. He escrito sobre los secretos de mis años de infancia que nunca antes había contado a nadie porque no puedo dejar de asociar la imagen de Lee desapareciendo bajo la lluvia con la imagen de mi hermano…»

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

 

Doblé la carta en dos. Prestando atención me pareció escuchar algo. ¿El sonido de unos cascos? Seguramente no.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Probablemente sería mi imaginación.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Pero quizás los lectores me perdonen cuando escriba que el ruido de los cascos de un caballo desenfrenado apareció como un fantasma en mi cabeza.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

 

No hay hogar para los que siempre están corriendo, aunque viajen al fin del mundo.

Daido Moriyama, Terayama, MATCH and Co. Ltd., 2015

Daido Moriyama, Shuji Terayama

Terayama

fotografías de Daido Moriyama; texto de Shuji Terayama; traducción al inglés de Peter Tasker;

editado por MATCH and Company Co. Ltd., en Tokio, Japón;

primera edición en inglés, 2015; 358 páginas; 195 × 131 mm.;

encuadernado en cartoné cubierto con papel ilustrado y golpe en seco y un estuche de cartón; diseñado por Satoshi Machiguchi; ayudante de diseño Minori Asada; impreso y encuadernado por Onoue Printing Inc. en Japón;

2 comentarios en “Puesta de sol, no vengas pronto”

  1. Satoshi Machiguchi está publicando una serie de libros en colaboración con Daido Moriyama en los que combina escritos que han tenido una influencia importante en Moriyama junto con sus fotos. Machiguchi tiene carta blanca, y después de publicar Dazai, con la historia Villon’s Wife de Osamu Dazai, ahora le toca el turno a Shuji Terayama. Son cinco historias de la serie La vida en el lado equivocado de la ciudad: edición deportiva, que aparecieron en la revista Mondai Shosetsu, en 1975.

    Como es habitual en el trabajo de Satoshi Machiguchi el diseño es impecable, muy táctil. Estamos acostumbrados a que el texto en los libros aparezca poco cuidado. Una vez elegida la tipografía, el tamaño y los márgenes de la página el texto cae a garrafón, ¡ahí va el Ebro! Curiosamente, en este libro parece que el texto haya merecido más atención que la fotografía. El texto que sería continuo en el original ha sido cuidadosamente fragmentado, y ajustado, jugando con la tipografía, de forma que cada fragmento en cada página funciona como una pequeña imagen. Las fotografías aumentan la tensión entre realidad y ficción. Da la impresión que Daido y Shuji hubieran deambulado juntos por las mismas calles, los mismos garitos, cruzándose con la misma gente…

    Shuji Terayama es un personaje muy especial. Nacido en Aomori, al norte de Japón, y huérfano de padre, se muda en su adolescencia a Tokio para estudiar literatura, estudios que abandonaría pronto por problemas de salud. Comenzó como poeta especializado en tankas, pero acabó escribiendo ensayos, ficción, periodismo, fundando una compañía de teatro de vanguardia, haciendo fotos, dirigiendo películas, componiendo canciones y hasta trabajó como presentador de televisión. Si alguien se maneja con el inglés y quiere una introducción a Shuji Terayama, este es el vídeo de la presentación de otro libro en el que se publicaron algunas historias de Terayama, también con fotografías de Moriyama: https://www.youtube.com/watch?v=A7CbFcVKuMw

    (Algo más corto, aunque también en inglés, esta semblanza en Sight and Sound Magazine de la BFI con motivo de la exposición retrospectiva en la Tate Gallery: http://www.bfi.org.uk/news-opinion/sight-sound-magazine/features/where-mountain-meets-street-terayama-shuji

Los comentarios están cerrados.