Imagen frecuente la del navío Argo (luminoso y blanco) cuyas piezas reemplazaban los Argonautas poco a poco, de modo que acabaron por tener un navío enteramente nuevo, sin tener que cambiarle ni el nombre ni la forma. Este navío Argo es muy útil: ofrece la alegoría de un objeto eminentemente estructural, creado no por el genio, la inspiración, la determinación, la evolución,… , sino por dos actos modestos (que no pueden captarse en ninguna otra mística de la creación): la substitución (una pieza echa a otra, como en un paradigma) y la nominación (el nombre no está vinculado en absoluto a la estabilidad de las piezas): a fuerza de combinar en el interior de un mismo nombre, ya no queda nada del origen: Argo es un objeto sin otra causa que su nombre, sin otra identidad que su forma.
Roland Barthes por Roland Barthes