Pienso que lo propio de un fotógrafo es traicionar lo real. Hace falta simplemente dominar esta traición, y hace falta que sea coherente consigo misma. Creo que traiciono ciertas cosas, pero intento no traicionarme a mí mismo. ¿Qué es lo que deambula? Es la mirada en estado puro. Es mi mirada en estado puro. ¿Qué valgo cuando salgo del tema, de la historia, de la leyenda, del mito, del periodismo, de la información, de cualquier pretexto a que agarrarse? ¿Qué soy, qué valgo, cuál es mi mirada? […] Muchos fotógrafos tienen esta obsesión de la unidad de la mirada, siempre buscando que al final de su vida haya una coherencia entre su primera y su última foto, para hacer un libro bonito, una gran exposición, etc. Yo me parto de risa. Quizás fuera el cine lo que me haya dado esto. Con cada película yo cambio un poco mi forma de hacer. Esto no quiere decir, ciertamente, que a cambio se pueda reconocer mi forma de fotografiar. […]
Entonces, ¿cuál ha sido mi mirada mientras deambulaba…? ¿Acaso han sido los cielos, los paisajes, los soles, las luces que he encontrado en ciertos países? Es seguro que hay luces que me interesan más que otras. Que el bosque, por ejemplo, es un lugar que no me interesa mucho. Lo bucólico es algo para mí difícil de fotografiar. Mientras que los lugares desnudos, un poco vacíos, secos… Eso es, yo soy un fotógrafo seco, no soy un fotógrafo húmedo.
— Raymond Depardon, Errance, Éditions du Seuil, 2000