Me escuchó mi amo con vivas muestras de desasosiego en el rostro, pues el dudar y el no creer son tan poco conocidos en aquel país que los habitantes no encuentran palabras para proceder en tales circunstancias. Y recuerdo que en mis frecuentes conversaciones con mi amo sobre la naturaleza humana en otras partes del mundo, cuando se presentaba la ocasión de hablar sobre la mentira y la impostura, sucedía que se le hacía muy difícil comprender lo que quería decirle, aunque por otra parte su capacidad de juicio era de lo más penetrante. Pues razonaba así: La utilidad del lenguaje reside en hacer que nos entendamos unos a otros y que recibamos información sobre lo real; ahora bien, si alguien dice lo que no es, estos objetivos se destruyen, pues en propiedad, no se puede decir de mí que entiendo a otro si se queda tan corto de darme información que al final me deja en peor situación que la ignorancia, pues me hace creer que algo es negro cuando es blanco y corto cuando es largo. Y éstas eran todas las nociones que tenía sobre la facultad de mentir, tan perfectamente entendida y tan universalmente practicada entre las humanas criaturas.
Los viajes de Gulliver, Capítulo 4, Parte 4, Viaje al País de los houyhnhnms, Jonathan Swift.