Arnold Skolnick (fotografías) y Robert L. Harkell (texto), The Picture Book of Sexual Love, Estados Unidos, 1969
En Estudio en escarlata, primera novela del célebre detective inglés escrita por Arthur Conan Doyle, Watson se sorprendía de la falta de conocimientos generales que tenía Holmes. No entendía como alguien con una inteligencia tan impresionante desconociese hechos tales como que la luna giraba alrededor de la tierra, algo que, sostenía, cualquier niño sabía. Holmes en contestación le soltó su famosa teoría de las analogías. Sostenía que el cerebro tenía una capacidad limitada. Por ello, no debía llenarse de cosas de las que uno no pudiese hacer un uso concreto. Por contra, la observación cuidadosa de cualquier objeto o acontecimiento permitía que se pudiese intuir la existencia de otros de los que no se tenía un conocimiento directo. Y ponía un ejemplo: mirando una gota de agua, uno podía intuir la existencia de una catarata.
Algo similar sucede cuando uno ve las fotografías de este libro. Porque la importancia de lo que sucede allí es justo lo que no está presente. Nos acercamos a un universo en el que lo fotográfico tiene, y creo que es justo reconocerlo, pocos recursos a su alcance. Solo puede mostrar una suma de momentos que, supuestamente, intentan dar cuenta de un momento mayor.
Entonces, si esto es así, ¿qué es lo que nos anima a seguir viendo este libro? Supongo que una sensación muy epidérmica y que tiene que ver con ese juego entre lo que las fotografías muestran y lo que nosotros sabemos que está más allá de lo que ellas pueden mostrar. Este es un juego muy presente en la historia de la fotografía. Juego que nos hace querer habitar un determinado paisaje o enamorarnos de la chica de la foto, independientemente de cuál sea el mérito de lo fotográfico.
Así actuamos suponiendo que la primigenia cualidad de lo fotográfico, la magia de presentar la cosas ante nosotros (ya hablaremos del éxito de la relación entre la fotografía y el mundo del espiritismo), suprime la posibilidad de que exista un filtro entre nuestra mirada (y debería decir entre nosotros, convertidos súbitamente en ojo) y lo que se muestra: no hay una fotografía, hay, y puedo tocarlo con solo estirar la mano, un rostro, un cuerpo, un mundo.
The Picture Book of Sexual Love
Arnold Skolnick (fotografías), Robert L. Hakel (texto); editado por Cybertype Corp., Nueva York, Estados Unidos;
1ª edición, 1969; 220×280 mm; 320 páginas; texto en inglés; impreso en cuatricromía, encuadernación en cartoné con tinta oro sobre golpe en seco con sobrecubierta.
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