No olvidarás

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“Du wirst diese Reise mit Deinem Vater nicht vergessen”. No olvidarás este viaje con tu padre. Eso decía en Delfi, frente al templo, el amigo de mi padre. La hija de Johannes no debía olvidar aquel viaje con su padre. Mientras miro las ruinas, su voz me exorta a no olvidar este viaje. Apenas descendemos a tierra, la voz me persigue. Voz suave. En cada etapa del viaje, frente a cada piedra, el amigo de Johannes me recuerda que debo recordar. A su mujer le brillan los ojos. Quizás piensa que la hija de Johannes debe recordar algo que se le escapa. La idea que la hija deba expiar. Camino entre las ruinas e intento recordar. Pero es la noche precedente lo que se presenta. El amigo de Johannes ríe. Astutos los ojos, y estrechos. La vegetación está en flor, esplendor que arde en los campos, y se encamina a la aridez. A la maleza. En Atenas, sobre la Acrópolis, el amigo de Johannes se acerca con la máquina fotográfica. “Du wirst diese Reise mit Deinem Vater nicht vergessen”. Estaba recordando la Acrópolis fotografiada por él.

La otra noche Nikola ha dicho basta. Basta. Y la hija de Johannes oye todavía aquellas palabras. Cuando él, oficial, se negaba. El amante a medias. El amante no del todo.

Sobre la Acrópolis, Johannes está extenuado. Como no debo olvidar, le miro. Indiferente, mira las ruinas. Es primavera, y él va vestido como si pronto fuese a nevar. Se apoya en el bastón. El mismo bastón que usa en las breves vacaciones invernales. Sus ojos pálidos van de una piedra a otra. ¿Qué ve, Johannes? Estoy casi segura de que mientras mira, no recuerda.

— Fleur Jaeggy, Proleterka, 2001

 (Foto de E. Jeker en la portada del libro)