Cambio palabras por pelos


Nigeria es un país africano que tiene casi un millón de kilómetros cuadrados (unas dos veces España).
Tiene 161.644.000 de habitantes.
Es el país más poblado del continente africano.
Limita al oeste con Benín.
Al este con Chad y Camerún.
Al noreste el lago Chad.
Al norte Níger.
Al sur el golfo de Guinea.
Está dividida en 36 estados y un distrito federal.
La capital es Ayuba.
La ciudad más poblada es Lagos.
Los ríos principales son el Níger y el Benue.
En la desembocadura forman el delta del Níger, el más grande del mundo.
La economía de Nigeria es una de las más crecientes del mundo.
Las estimaciones de crecimiento para 2008 son del 9%.
Del 8,3% para 2009.
El FMI espera que Nigeria crezca un 8% en 2012.
El inglés es lengua oficial desde 1960 cuando se produjo la independencia de los británicos.
Además del inglés, se hablan 512 lenguas.
J. D. Okhai Ojeikere nació en 1930 en el poblado de Ovbiomu-Emai.
Este poblado está en el estado de Edo en el suroeste de Nigeria.
Además de inglés habla el dialecto Emai y el Yoruba.
Empezó el colegio cuando se pudo tocar el lóbulo de la oreja izquierda pasando el brazo derecho por encima de su cabeza. No era una prueba de habilidad; simplemente demostraba que ya era suficientemente mayor.
Estuvo allí desde los 11 años hasta los 18.
A los 18 se fue a Idaban.
Cuando tenía 19 años su padre murió. Se trasladó a la ciudad de Abakaliki.
Vivió con su hermana y su marido.
Al preguntarle que qué oficio quería aprender dijo que cualquiera que pudiera hacer con sus manos.
Ha estado 30 años fotografiando pelos.

¿Pelos? Un momento. Seguro que hay algo que no he contado. Con veinte años Ojeikere está trabajando en los campos. Su vecina le dice que su marido es fotógrafo y que es un oficio lucrativo, asi que, ¿por qué no probar? La idea le gusta. Se va a la vecina ciudad de Enugu y se compra una Brownie D sin flash. Al volver ese mismo día a Abakaliki recibe su primera clase de parte del marido fotógrafo: ¿cómo diablos vas a hacer fotos sin carrete?¿Para qué te has comprado una cámara? –Es que quiero aprender a ser fotógrafo. Así que vuelve a Enugu, compra un rollo Kodak de formato 120 y lo mete en la cámara. A la carrera recibe una lección de cómo exponer correctamente y unos cuantos trucos compositivos para hacer fotografías correctas. Sale a la calle. En un bar vecino, unos tipos beben vino de palma y le piden que les hagan unas fotografías. Se entusiama y dispara todo el rollo. Al volver segunda lección: ¿Cómo puedes haber gastado tan rápido un carrete?; y peor: ¿cómo se te ocurre pedirles dinero por tus fotos si todavía no eres fotógrafo?
Bueno. Tenemos todo un carrete expuesto. Así que Ojeikere compra los químicos adecuados. Como no tienen laboratorio, esperan a la caída de la noche y se meten debajo de una mesa cubierta por un hule. Para hacer las copias por contacto utilizan una lámpara de queroseno. Cubren la mitad con el papel rojo que viene en la caja de papel y la otra mitad la dejan sin cubrir. Acerca la lámpara al papel por el lado rojo. La giran unos instantes y dejan que la luz incida en el papel. A veces las copias quedan sobrexpuesta y a veces completamente blancas. De repente consigue una copia perfecta. Se pone a gritar debajo de la mesa: ¡lo he conseguido!. El vecino le dice que por qué diablos no se está quieto y que deje de soltar alaridos que va a despertar a los vecinos.
Vuelve al bar a darles a sus “clientes” las fotografías. En el bar hay dos europeos, ingenieros de unas minas cercanas. Le preguntan si sabe utilizar un laboratorio y le dan unos cuantos rollos para revelar. Los días siguientes vuelve y le dan más. Todo esto ocurre en Abakaliki en 1950. Ojeikere ya es fotógrafo.
Y este nigeriano al ir a fotografiar un festival de danzas tradicionales se da cuenta de que ya casi no reconoce los pasos tribales. Y también se da cuenta de que cuenta con la herramienta adecuada para preservar lo que hay en ese momento antes de que empiece a desaparecer. Y creo que nunca se ha hecho un uso más elemental de una herramienta. ¿Y dónde se puede pensar así? En el corazón de África. ¿Y quién piensa así? Alguien que tiene la humildad y la ingenuidad necesaria para respetar tanto un oficio.
Y se fija en los peinados, un elemento cultural nigeriano que se lleva realizando desde el 2.000 antes de Cristo Para un pobre occidental, sino hay palabras no hay cultura. Dicho de otro modo, solo reconocemos el arte cuando se nos señala como tal. Donde vemos pelos, quizá un lector más exquisito lo llamaría esculturas capilares, un niño nigeriano, que probablemnte solo hable la lengua 470 de un auténtico país babel, ve a alguien de una tribu determinada, incluso con un nivel social determinado: princesas, damas de compañía…; y también peinados ocasionales, peinados para recepciones oficiales, peinados para oficinistas, peinados para honrar a las divinidades del agua en fin, lo que Ojeikere llama arte. Pero con mayúsculas. Ese que está ahí abajo, en la vida, en la manera de vestirse, moverse o hacer la comida. Y la fotografía se vuelve una aliada. Porque un peinado (y algunos de ellos tardan en hacerse cuatro semanas) no dura mucho. Es efímero. Pero no importa; será sustituido por otro, más acorde quizá a la nueva ocasión que se presenta.
¿Y cuál es el método que emplea Ojeikere para fotografiar a las mujeres? Muy sencillo, de frente, perfil y de espaldas. Para que se vea bien. Y también, creo, porque el nigeriano intuía que las fotografías sabían más que él. Un solo ojo no podía contenerlo todo.

J. D. ‘Okhai Ojeikere. Photographs
Introducción de André Magnin

editado por Scalo, Suiza,

1ª edición, 2000, 258×286 mm; 160 páginas; encuadernación en cartoné forrado con papel y sobrecubierta; diseñado por Studio Acherman
impreso en Alemania por Steidl, Göttingen

ISBN 3-908247-30-6