Pensar es una actividad agotadora, que requiere esfuerzo, que nos obliga a elegir la propuesta correcta y ética, a tener una opinión, a adoptar una postura. la sintonía con el propio pensamiento puede ser muy gratificante y aumentar la conciencia de uno mismo, pero la indulgencia también es gratificante. Entonces, nos planteamos: ¿para qué pensar? Pues con una fuente de gratificación ya es bastante.
Así que no es extraño que la estética también se desligue del pensamiento. A partir del tratamiento de la forma se pasa al juego con la forma, al formalismo. Y todo esto no es nuevo, cada cultura tiene su advenedizo.
En este nuevo mundo nada tiene que ser fiel a la verdad. Lo más importante es el poder cohesivo del perfume. […]
Cuando un orden cultural, económico y político facilita la indulgencia, se considera estable. Alguien que vive con disfrute estabiliza el orden que hace su bienestar posible. El estado de bienestar democrático actual ha encontrado el requisito más importante para su existencia en el posmodernismo: la legitimación de la indulgencia que no apela a la razón.
¿Cuál es el objetivo de una sociedad que exige un pensamiento crítico? ¿Para qué necesitamos una arquitectura que se esfuerza por materializar la funcionalidad y la economía? ¿De qué sirven unos muebles que son cómodos pero sin ornamentación? ¿Cuál es el objetivo de una cultura de racionalidad y rigor intelectual si la crítica, el análisis y la disconformidad se pueden borrar fácilmente con la indulgencia? ¿Qué sentido tiene un estado de ciudadanos críticos, con una oposición crítica, si se puede tasar a sus ciudadanos con favores y regalos?
El uso de la propaganda, de la manipulación consciente o del terror no es necesario; gracias a la gratificación estética, especialmente, todo funciona con más suavidad. La vida se hace positiva, no tiene grietas ni contradicciones, no alberga dudas y no exige que la gente piense o tome decisiones.
La ropa puede seguir siendo verde a pesar de que los árboles se están muriendo. No importa la contaminación de las praderas y los campos, se siguen instalando suelos de mármol. Si la naturaleza está contaminada tenemos las flores artificiales. Y se publican revistas con fotos espectaculares, imágenes preciosas, papel especial y con una tipografía cuidada cuando una mera mirada al exterior nos descubre basura por doquier.
El estado ya no puede mantener el ritmo de la reparación de nuestro nuevo mundo, así que distribuye el bienestar y, con ello, la conformidad. El exceso de consumo, al que nos vemos arrastrados desde muy jóvenes, produce una forma de gratificación a través de la indulgencia que anula hasta la más rudimentaria capacidad de crítica.
La cultura degenera en el envasado del narcisismo, del subjetivismo exquisito. El poeta escribe en rosa, el arquitecto diseña en azul celeste y el tipógrafo trabaja en oro, plata y verde pálido, redescubriendo la belleza de la geometría elemental de las mayúsculas. El círculo, el cuadrado y el triángulo celebran su resurrección.
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La escritura ya no existe para ser leída. ¿Para qué necesita el ser humano tanto conocimiento? El conocimiento engendra curiosidad e inquietud, así que la escritura se eleva al plano de la ornamentación, a la decoración de las palabras doradas.
La escritura camina por las habitaciones como los ángeles y se dispersa como las flores en las praderas. Las esquinas de la mente se adornan con macetas, el pensamiento se envuelve en papel de seda y el estado atento otorga premios, distinciones y títulos. Las letras son absolutas, trazadas en metal reluciente, el espíritu del tiempo ya no vive en el taller sino en la pastelería.
¿Quién conoce todavía un oficio artesanal? Lo único que se hace ya es participar en el empaquetado: la política se empaqueta, las elecciones se empaquetan, la verdad se empaqueta, cuando más desagradable sea, con mayor ahínco se empaquetará.
— Otl Aicher
Tipografía (1988)
Disculpen las molestias, y el el periodo en que hemos estado en silencio. Continuamos con las emisiones. Próximamente hablaremos de un par de libros que tienen que ver con la historia, en dos escalas de tiempo radicalmente distintas.
De vuelta a la mar… ¿qué genera genera un texto que habla sobre la crítica?
De vuelta a la mar… ¿qué crítica genera un texto que habla sobre la crítica?