Callar para decir

Nada que valga la pena expresar queda nunca sin expresar; sería contra la naturaleza de las cosas que así quedara. Creemos que Coleridge tenía grandes cosas dentro de sí que nunca contó al mundo; sin embargo las contó en el Mariner y en el Kubla Khan, que contienen toda la metafísica que no está allí, las fantasías que omiten y las especulaciones que no se encuentran en parte alguna. Coleridge nunca podría haber escrito esos poemas si no hubiera tenido dentro de sí lo que los poemas expresan no por lo que dicen, sino por el mero hecho de que existen.
Todo hombre tiene muy poco que expresar y la suma de toda una vida de sentimiento y pensamiento puede encerrarse por completo en un poema de ocho líneas. Si Shakespeare solo hubiera escrito la canción de Ariel a Ferdinand realmente no habría sido el Shakespeare que fue, pero habría bastado para demostrar que era un poeta superior a Tennyson.
Quizá cada uno de nosotros tenga mucho que decir, pero acerca de ese mucho hay poco que decir. La posteridad quiere que seamos breves y precisos. Faguet dice muy bien que la posteridad gusta solo de los escritores concisos.
La variedad es la única excusa para la abundancia. Ningún hombre debería dejar veinte libros diferentes a menos que sepa escribir como veinte hombres diferentes. Las obras de Víctor Hugo ocupan cincuenta extensos volúmenes a pesar de que cada volumen, casi cada página, contiene a todo Víctor Hugo. Las demás páginas se suman como páginas, no como genio. No había en él productividad, sino prolijidad. Perdió su tiempo como genio por poco que lo desperdiciara como escritor. La opinión de Goethe acerca de él sigue siendo suprema, a pesar de lo pronto que fue expresada, y una gran lección para todos los artistas: “debería escribir menos y trabajar más”, dijo. Ésta, con su distinción entre el trabajo real, que no se extiende, y el trabajo ficticio, que sí ocupa espacio –pues las páginas no son más que espacio– es una de las grandes sentencias críticas del mundo.
Si puede escribir como veinte hombres diferentes, es veinte hombres diferentes, sea como fuere, y sus veinte libros tienen razón de ser.

Fernado Pessoa, Sobre literatura y arte